Es cada vez más considerada una clara alternativa, en nuestros días, la utilización de
biocombustibles en lugar de los combustibles fósiles. No tan sólo por el hecho de que los
combustibles fósiles llegarán a agotarse tarde o temprano, sino por el desempeño ecológico de los
biocombustibles.
Uno de estos biocombustibles es el combustible de algas, que básicamente
consiste en un combustible obtenido en base a determinadas algas, y su tratamiento
industrial.
Existen varias diferencias entre el combustible de origen fósil y el combustible
a base de algas que convierten a este último en una opción mucho más ventajosa en comparación con
el combustible fósil tradicional.
La principal diferencia radica en que, si bien ambos al quemarse liberan CO2, el
combustible fósil libera adicionalmente otros compuestos gaseosos que resultan dañinos para la
atmósfera, mientras que el biocombustible de algas libera únicamente CO2 que resulta menos dañino y
puede ser absorbido y sintetizado por árboles y plantas mediante la fotosíntesis, siendo así inocuo
para el medio ambiente.
Otra de las ventajas a la hora de utilizar el
biocombustible de algas
es el bajo requerimiento en cuanto a extensión necesaria para su cultivo. Incluso, para la
alguicultura con fines de obtener biocombustible se pueden utilizar tierras no aptas para la
agricultura, e incluso minimizar los requerimientos en cuanto a agua se refiere. Utilizando aguas
residuales y algunas sustancias químicas para emular la salinidad del agua de mar.
Incluso la cantidad de tierra necesaria para la producción es mínima, según
estudios realizados por el Departamento de Energía de U.S.A. serían necesarios el 0, 42% de
superficie del país para reemplazar por completo el consumo de combustible fósil.
Sin embargo los altos costos de producción hacen que el combustible a base de
algas no sea aún considerado como una buena opción. Se estima que sólo dentro de unos 20 años
el biocombustible de algas será económicamente viable y se encontrará bien posicionado en el
mercado.
El descubrimiento de von Harder y Witsch en 1942 decreció en cuanto a
popularidad luego de la Segunda Guerra Mundial. Y el biocombustible se dejó de lado en las
investigaciones, dando paso al
cultivo de algas
para fines médicos y alimenticios.
Tras obtener una biomasa u oleosidad conseguida de las algas, es posible
realizar una extracción de diferentes productos. En primera instancia el combustible en sí o el
biodiesel, luego por procesos similares a los utilizados en las refinerías y a la fermentación es
posible obtener bioetanol y biobutanol.
Algunas algas son pueden contener hasta un 60 % de su peso deshidratado en forma
de acidos grasos o aceites.
Este aceite una vez transformado en biodiesel puede ser utilizado para alimentar
diferentes tipos de motores a combustión como por ejemplo el de los automóviles.
Varios estudios realizados afirman que el biodiesel se constituye en una de las
únicas formas viables de sustituir en algún momento dado el diesel utilizado en el planeta por
biodiesel. Incluso existiendo otros biocombustibles, el obtenido de las algas al utilizar una menor
cantidad de tierra y recursos se considera el más optimo de los combustibles no derivados del
petróleo. |